DANZAS TIPICAS DE CHINA

LOS MIAO.

Cantos y danzas de los miaos, inseparables de la zampoña

 

 

Los miaos son una de las etnias del sur de China, tienen muchas ramas y están ampliamente distribuidos. Debido a su larga historia y vasta cultura folclórica, las ramas de los miaos muestran tintes y atractivos intensos y distintos en lo que atañe a la lengua, la indumentaria y el canto y la danza. Pero siendo de la misma etnia, tienen mucho en común en cuanto al culto a los dioses, las costumbres de vida, las formas de canto y danza y los estilos de arquitectura. En estos aspectos, usar la zampoña para bailar y para acompañar la danza en grupo es una particularidad compartida por todas las ramas de los miaos. Viendo de conjunto, si bien el canto y la danza de las diferentes zonas no lucen mayor diferencia, se distinguen por formas únicas e inconfundibles.

Los miaos llamaban caitang (pisar el suelo) a las danzas con canto en grupo de los jóvenes para la autodiversión. Pero como a estas danzas nunca les falta la música del lusheng (zampoña en lengua miao), la gente cambió el nombre tradicional de caitang por el de “danza lusheng”. Luego, para sugerir sus peculiaridades o matices, se les añadieron nombres topográficos, diciendo “danza lusheng de Rongshui, Guangxi”, “danza lusheng del sudeste de Guizhou”, “danza lusheng de Huaxi, Guizhou”, etc. El que el hombre toque la zampoña y la mujer baile es una costumbre tradicional de las etnias miao y dong. Pero son una excepción las mujeres miaos, no menos talentosas que los hombres, de la provincia de Guizhou, quienes tocan la zampoña y bailan al mismo tiempo. No corremos riesgo de exagera al decir que es un “paisaje” inexistente en las zonas donde viven las otras “etnias de la zampoña”. Además de tener que tocar bien la zampoña y participar en la danza en grupo con este instrumento, los muchachos miaos deben saber bailar el solo o el pas de deux con zampoña también, y únicamente así sobresaldrán de los demás y se ganarán la admiración de las chicas.

En Huaxi, Guizhou, siempre que es la Fiesta del Año Nuevo o tiene lugar otra celebración, los miaos jóvenes de ambos sexos se juntan a tocar la zampoña y bailar la danza lusheng. Entre los intérpretes de este instrumento hay también muchachas de tierna edad, quienes, de pie con los ejecutantes hombres en un mismo corro de baile, al soplar sus instrumentos danzan junto con las mujeres del corro exterior. En los dos corros, entrecruzados, los bailarines cambian de sitio constantemente, brincan ora hacia el centro, ora hacia fuera, cual si fuesen flores abiertas o mariposas hermosas. Aunque no son artistas profesionales, su sencillez, su elegancia y su alegría brotada del corazón llenan de vida el canto y la danza, de tal manera que los mirones se extasían batiendo palmas y pataleando con fuerza.

Más divertidas todavía son las muchachas de una rama de la etnia apodada miaos de cabeza puntiaguda”, ya que sus hembras llevan en la cabeza gorros color castaña terminados en punta. Cuando las chicas no han tenido tiempo de decirle su amor a los muchachos que quieren aunque han bailado con ellos en la danza lusheng en grupo, recurren entonces al hábito romántico de “dej

arse conducir como la oveja”, muy popular entre los “miaos de cabeza puntiaguda”. Explicado de otra manera, al terminar el baile, si alguien sigue a un grupo de dos o tres chicas, descubrirá que no están vagando por el lugar a ciegas sino que están buscando a los chicos de quienes están prendadas. Tan pronto una ve al chico que ama, saca del pecho una tira de tela larga y oscura, la amarra sin vacilar en la faja de éste por detrás, toma el otro cabo en la mano y comienza a seguir muda sus pasos, no importa adónde vaya el joven. Los residentes locales llaman “conducir a la oveja” a esta forma en la que el guapo guía a la chica enamorada de él tirando de la faja de la cintura. Más interesante aún es que a veces un joven sobresaliente conduzca a varias “ovejas” al mismo tiempo, caminando a todas partes. Pero estése tranquilo, pues nadie se enfadará por ello. Para el “guía” es una chance preciosa de exhibir su hechizo y, por lo tanto, siente euforia, mientras que las chicas que van tras él están satisfechas de haber escogido al mejor de los hombres. Para colmo de todo, las chicas saben perfectamente que están rivalizando en igual plano y no tienen por qué enojarse con las otras, y saben también que el que quién pueda reír hasta el último minuto depende del “guía”, quien hace la elección.

En el distrito de Rongshui, región autónoma de Guangxi, la “danza lusheng sobre tres estacas” entre dos hombres es una de las danzas acrobáticas muy difíciles. Por su nombre se entiende que los dos deben bailar sobre tres estacas de madera clavadas en el suelo. Imagínese: nada fácil es para cualquiera que sea saltar de una estaca a otra cuando hay tan sólo tres, y menos aún si dos hombres tienen que brincar por turno y sin caerse. No bien empiezan a sonar los yueqins (instrumentos de cuerda) como acompañamiento musical, los dos bailarines, agarrando las zampoñas delante del pecho y de pie en una estaca cada uno, comienzan a saltar sobre las tres estacas por turno. De principio a fin, mueven los pies acorde a los sonidos ora rápidos ora lentos de las zampoñas, mantienen los cuerpos equilibrados con maestría y colaboran tácitamente de maravilla. Justo en eso, su actuación arranca elogios y gritos de admiración a los espectadores. Es debido a las altas destrezas de sus ejecutantes, que la “danza lusheng sobre tres estacas” de los miaos del distrito de Rongshui ha hecho fama en la comarca y fuera de ella.

En muchas comunidades miaos de la provincia de Guizhou, lejos del distrito de Rongshui, Guangxi, hay danzas lusheng, de hombres también. De ellas es representativa la danza del faisán entre dos varones. Por tradición los miaos adoran a las aves desde la antigüedad, y el faisán es el fénix a sus ojos. Así pues, imitar al faisán y sus movimientos forma parte indispensable de muchas danzas. Por la danza del faisán nos referimos a que dos muchachos guapos, llevando puestos gorros con plumas largas de faisán y camisas blancas y pantalones negros con adornos tradicionales, bailan primorosamente y tocan sus zampoñas al mismo tiempo. Ya imitan a faisanes “retozando y peleando, ya brincan con un solo pie pasando por encima de la espalda del otro, y una vez que pisan el suelo, presentan posturas hermosas entre los dos, mas sin nunca dejar de soplar los instrumentos. El espectáculo, además de exhibir la alta habilidad de los bailarines, permite a los espectadores disfrutar de escenas de juego y busca de alimentos de los faisanes en el mundo natural

 

Los Ewenke

Danzas ewenkis y oronqens llenas de pasión

 

 

Entre la gran familia de 56 grupos étnicos de China, las etnias ewenki y oronqen, que hablan el manchú-tungús de las lenguas altaicas, viven en el noroeste del país, una en las montañas Xing'an y las estepas de Hulun Bur, y la otra en los bosques de la cuenca del río Ergun.

Los ewenkis y los oronqens, prácticamente del mismo origen étnico, son descendientes de las tribus shiwei, una rama de los hunos que vivían en Asia Septentrional, y guardan cierta ligazón de sangre con los mongoles. Al trasladarse a otros lugares, formaron modos de producción y vida distintos. Por el cambio de zona de vida y la influencia de las etnias vecinas, los dos grupos adquirieron diferencias y características propias en lo que respecta a la lengua, la cultura y las costumbres, convirtiéndose en dos etnias diferentes con escasa población. Ewenki significa “hombre de la selva de montaña”, y oronqen “hombre de la cumbre”.

Originalmente, los ewenkis vivían en las áreas que se extienden del lago Baikal hasta la isla de Sajalín, hoy Rusia, y alrededor del siglo XVII se desplazaron a China. Aunque la mayoría de ellos habitan en los bosques de montaña, los otros viven en las praderas a los pies de montaña. Así, tienen dos modos de producción: la caza y el cultivo combinado con el pastoreo.

A los ewenkis les gusta cantar y bailar, ya vivan en la montaña o al pie de ésta. Con frecuencia cantan y bailan después del trabajo o en las fiestas para descansar o divertirse. Las mujeres ewenkis de las áreas agrícolas y ganaderas se recrean bailando la danza Nugaili. La guía de la danza toca el suelo con un talón y golpea la tierra con la planta del pie, mientras pisa el suelo sin cesar con el otro pie siguiendo el compás. En la danza la guía improvisa posturas que una tiene en la vida real. Por ejemplo, pone una mano en la frente a guisa de visera y la otra en la cintura y hacia atrás para “mirar lejos”, o brinca en cuclillas , o pone una mano abierta en la cintura y tira del lóbulo de la oreja con la otra y viceversa, haciendo como “arreglarse un anillo en la oreja”, y en eso las otras mujeres cantan e imitan sus acciones. Para resaltar la alegría y el ritmo, la guía conduce de vez en cuando a todas a lanzar gritos como “ajambay”, “dejuida” y “janda, janda”, de manera que la danza se torna más vigorosa y atractiva. Si alguna no puede seguir el ritmo acelerado e imitar las posturas difíciles y deserta del corro, se la castiga según la regla convenida.

La danza Hoguera es una danza recreativa de los ewenkis que viven en las montañas. Sin restricción del número de participantes, hombres y mujeres, de uno/una por en medio y formados en un círculo, bailan cantando alrededor de la fogata. Dicen que los pasos de esta danza eran muy variados en el pasado, pero ahora se han reducido a tres: lento, medio rápido y rápido. Todos andan despacio en el sentido del reloj y se tuercen hacia atrás, luego las mujeres apoyan sus brazos en las manos caídas de los hombres y éstos las llevan a girar en forma circular. Ahora la danza llega al clímax. Mientras el corro se vuelve más compacto, cada quien tira uno y el otro pie adelante por turno. Cuando tiran el pie derecho, mueven las manos unidas atrás y juntan las cabezas adelante; y cuando tiran el pie izquierdo, echan el cuerpo atrás y mueven adelante los brazos. Conforme se acelera el canto, los movimientos se tornan cada vez más difíciles y todo el mundo para cuando ya no puede continuar.

Los ewenkis toman al cisne como tótem desde la antigüedad y siguen adorando las migraciones de estas aves que vuelan de norte a sur y de sur a norte. Apenas cuando ven a un grupo de cisnes pasando por encima de sus cabezas, los hombres se quitan los gorros a modo de saludo y las mujeres arrojan vino y leche al aire en muestra de su amor por ellos. Así que la danza Cisne sigue siendo popular entre los ewenkis. Los bailarines de esta danza aletean los brazos imitando el vuelo del cisne  y se turnan emitiendo graznidos bajos y altos a manera de ritmo y acompañamiento sonoro.

Los oronqens profesan desde tiempos remotos el chamaísmo, que es un credo primitivo, y tienen por tótem al oso negro de las montañas del norte. Sus antepasados pensaban que eran descendientes del oso y lo llamaban “abuelo” o “abuela”. Los oronqens son francos, abiertos, y gustan de cantar y bailar. Sus coplas son improvisadas y sus danzas son imitaciones de lo que hacen los animales que campean en sus áreas de actividad y vida.

La Pelea de osos es una danza de diversión, conocida de todos y que gusta a todos. Se ejecuta por un grupo de tres hombres. Sus acciones son simples: Ponen las manos en las rodillas un tanto dobladas y gruñen “hm, hm”. Para comenzar, entran dos hombres, fingiendo ser osos, quienes meneando la cabeza y los hombros se atacan uno al otro. Luego, entra otro “oso”, con los mismos ademanes, intentando disuadir de pelear a los que se están mordiendo y pegando. Está claro que para el intruso, de igual postura, es difícil separar a los contendientes e interrumpir la lucha.

Otra danza no menos entretenida de los oronqens es El gallo de árbol. Se trata de un juego competitivo en el que puede participar cualquiera, sobre todo los niños. Para empezar, ellos forman una fila de frente, se acuclillan y ponen las manos sobre las rodillas. Al dar la orden el árbitro, todos en el punto de partida, que está a diez metros de aquél, cantan al unísono: “El que llegue primero a la meta, es ciervo; el que deserte a medio camino, es conejo; el que brincando la mitad se ría es un bruno podrido; y el que quede al final, es un gallo de árbol gordo, tonto y perezoso”. Una vez terminado el coro, todos brincan hacia la meta. En la carrera los más hábiles mueven los brazos arriba y abajo, saltan rápido y giran alrededor como el “gallo de árbol” para demostrar su destreza y burlarse de los atrasados. Pero no se sabe quién será el “gallo” torpe y holgazán sino al finalizar el juego en medio de risas.

Por si fuese poco, los oronqens bailan la danza Yijanen, imitación del proceso de la caza, cuando capturan muchas presas. Esta danza se baila en grupo de dos o más hombres. Ellos ejecutan la primera parte haciendo como conducir a los caballos, levantar los látigos, galopar, avistar, bajar, disparar, coger las presas y regresar a casa. Después, todos los asistentes forman un círculo y con el cuerpo ladeado se mueven adelante en el sentido inverso al reloj, para manifestar su satisfacción por la vida armoniosa.

 

 

 

 

Los Qiang

La danza ritual “Kexigela” de la etnia Qiang

En las 56 etnias de China, la Qiang , que habita hoy en las zonas de la montaña Minshan, norte de la provincia de Sichuan, es la única etnia que conserva sus orígenes étnicos y que tiene la historia más antigua.

En tiempos antiguos, la tribu nómada Diqiang, que vivía de la caza, se encontraba distribuida principalmente en las vastas zonas del Norte y Noroeste de China. Durante los 5.000 años de migración y traslado, esta tribu vivía siempre guerras, anexiones y desintegraciones e iba mezclándose e integrándose con otras tribus indígenas y regionales, por lo que actualmente más de la mitad de las etnias chinas cuenta con elementos de Qiang. Por otra parte, la tribu Diqiang, antaño de numerosa población y habitada en vastas zonas, ha pasado a ser hoy la etnia Qiang, con una reducida población que vive sólo en las zonas de la montaña Minshan, norte de Sichuan.

La antigua cultura y costumbres propias de una etnia van enriqueciéndose con el transcurrir del tiempo y gracias al intercambio y la integración con otras etnias. La etnia Qiang tiene su propia lengua, pero sin escritura, y conserva muchas costumbres antiguas. Como los Qiang viven en zonas colindadas con las tibetanas, reciben mucha influencia tibetana en cuanto a modos de vida, cantos y danzas, ritos sacrificiales, cultos, etc. Aún así, conservan muchos elementos brillantes y espléndidos en su arquitectura, formas sacrificiales, leyendas, artesanías folklóricas, cantos y danzas, todos ellos admirables y atractivos por lo primitivo y sencillo.

 

 

Sichuan es una provincia de topografía complicada donde hay muchas montañas y ríos. Si se quiere visitar las zonas habitadas por la etnia Qiang, norte de la provincia, para disfrutar los cantos y danzas folklóricos exóticos, hay que dirigirse primero a Maoxian, cabecera de la Prefectura Autónoma de las Etnias de Tibet y Qiang, y entrar después a las montañas Minshan, donde se encuentran distribuidos los diversos pueblos Qiang. Para contemplar “Kexigela”, tradicional danza ritual de esta etnia, el viajero necesita un día aproximado para recorrer caminos asfaltados, de piedra o de barro y senderos serpenteantes, y cuando en el horizonte se divisan los castillos llamados “Qionglong” construidos en las cimas de las altas montañas, llegará pronto al destino: la aldea Xi´erguazi, poblado de Mawo, región de Xi´er, que se encuentra en el seno de la montaña Minshan.

Los castillos “Qionglong”, altos y erguidos, construidos por los antepasados de los Qiang, son únicos entre las 56 etnias chinas y también peculiares en todo el mundo. Como signo de la antigua cultura Qiang, son de alto nivel técnico desde el punto de vista arquitectónico y llevan rica connotación humana. Bajo la protección de estos castillos, se levantan sencillas casas de piedra blanca grisácea, de diferentes alturas y alineadas al pie de las montañas. Racimos de chiles rojos y mazorcas doradas, aireados en los techos o colgados debajo de las ventanas, dotan de infinita vitalidad al conjunto de casas bajo un cielo azul. A diferencia de las casas de otras etnias, en las esquinas de cada casa se amontonan piedras blancas de distintos tamaños, las cuales, en lugar de ser adornos, provienen de una leyenda: Cuando sus antepasados se hallaban en una situación de vida y muerte al hacer frente a enemigos muy poderosos, el Dios de la Piedra Blanca los salvó del peligro, y la etnia Qiang logró sobrevivir y desarrollarse hasta hoy día, de allí la adoración y respeto al Dios de la Piedra Blanca. A partir de entonces, los Qiang colocan piedras blancas en las esquinas de sus casas para expresar su adoración y obtener su bendición.

Los Qiang son generosos y amantes a la danza, la que se divide en dos tipos: el de ofrecimiento sacrificial y el de entretenimiento. Desde tiempos antiguos, los Qiang siempre han sido animistas y adoran a múltiples Dioses, creyendo que los espíritus de los muertos influyen de manera significativa en los seres vivos, por eso dan mucha importancia a los ritos funerales. La Danza de Armaduras que va a referirse abajo es de una danza ritual que se baila durante los funerales. Consiste en una actividad realizada antes de que los oficiales y soldados vayan a los campos de batalla o durante los funerales de ancianos de gran prestigio de las aldeas o de los héroes de la propia etnia. En el idioma Qiang, esta danza es denominada “Kexigela”.

Según la costumbre Qiang, antes de empezar cualquier rito funeral o danza, se debe tomar el vino de cebada. Antes de bailar la Danza de Armaduras, en el centro de la plaza donde se celebrarán las actividades correspondientes, se colocan una gran vasija de vino y un gran cubo de madera lleno de agua hervida. Una vez preparado todo, el maestro encargado de las ceremonias, con cuchara de madera de larga manga a mano, pronuncia en voz alta unas palabras en el idioma Qiang. Entretanto, guerreros ancianos, con armaduras de cuero de buey y almetes de plumas de faisanes y crin de la cola de yac, mantienen en alto escopetas de pistón, sables y alabardas y esperan silenciosamente fuera de la plaza el inicio de la ceremonia. Al otro lado de la plaza, mujeres ancianas, vestidas de estilo tibetano, forman un grupo de coro ceremonial. En medio de un ambiente solemne, empiezan cantar melodioso y melancólicamente. Después, los guerreros entran en la plaza al compás del ritmo, dando inicio a la primera parte de la Danza de Armaduras. Dan vueltas lentamente alrededor de la plaza en pequeños pasos, agitando los sables y alabardas y disparando hacia el cielo y se paran después al lado de las mujeres cantantes en espera de la orden del maestro arriba mencionado para beber el vino de cebada.

En las tradiciones de Qiang, para tomar el vino de cebada se empieza por las mujeres de mayor edad y generación y, después las personas de las generaciones posteriores entran en la plaza para sorber el vino con una bombilla. Lo curioso es que después de cada sorbo, el maestro echa a la vasija agua hervida. Ello se debe a la razón de que la densidad del vino de cebada es mayor que el agua hervida, por lo que se puede controlar así el consumo del vino, manteniendo la cantidad y sin que sea afectada su densidad y, al mismo tiempo, hacer preparativos para una nueva fermentación.

Terminada la primera rueda de toma del vino, se inicia oficialmente la Danza de Armaduras. Con el acompañamiento de las canciones suaves de las mujeres, los guerreros vuelven a entrar y empiezan a dar vueltas lentamente por la plaza con sus sables y escopetas, disparando y gritando, con el fin de crear un ambiente severo y solemne para expulsar los espíritus malignos y espantar los demonios. Después de varias vueltas por la plaza, los guerreros cambian de formación y empiezan a luchar unos contra otros, escenificando una guerra entre guerreros antiguos y demostrando el espíritu de luchar por la etnia. La Danza de Armaduras, aunque sin muchas técnicas especiales, movimientos y escenas espléndidas, pone en manifiesto la solemne dinámica, el espíritu y la cultura ritual de una etnia antigua.

Al retirarse los guerreros, las mujeres siguen sus canciones serenas y suaves, agitando los brazos, dando vueltas, levantando las piernas y moviendo las caderas, con lo que la escena de lucha enconada pasa a un ambiente de consolación y pesar.

 

Los Coreanos

Danza alegre de los agricultores, de la etnia coreana

 

 

Hasta ahora aún no se ha determinado a qué familia de lenguas pertenece la que hablan los coreanos de China, quienes habitan en el noroeste de este país, principalmente en la prefectura autónoma de Yanbian, provincia de Jilin, y en las provincias de Liaoning y Heilongjiang. Estos coreanos no son una etnia oriunda de China. En el relevo de los siglos XIX y XX, debido a las cosechas malogradas y a la invasión masiva de Japón, muchos residentes de la península Coreana cruzaron el río Yalu, convirtiéndose en un nuevo miembro de la gran familia de etnias de China.

Sin embargo, los coreanos siempre han tenido una ligazón muy íntima con los chinos desde la antigüedad. Comenzando por las dinastías Sui (581-618) y Tang (618-907) en particular, a través del intercambio constante la cultura, la religión y las costumbres de las planicies centrales de China se propagaron a la península Coreana, así que incluso hoy día los habitantes de la península siguen compartiendo muchas cosas con los chinos en lo que respecta a la cultura tradicional, la ética, la religión y los hábitos.

Desde tiempos remotos, los coreanos toman al ave como tótem. Por la influencia del taoísmo, llaman a la cigüeña “cigüeña inmortal” porque piensan que esta ave puede volar hasta lo muy alto del cielo donde están los inmortales. Aunque hoy se ha empañado la carisma de la religión a causa del avance de la ciencia, su amor y respeto a la cigüeña no han cambiado. Ellos consideran a esta ave símbolo de la longevidad y la felicidad, y su hábitat, lugar de bienestar. Según dicen, la chaqueta y el pantalón blancos más un chaleco negro, atuendo tradicional de los varones coreanos, son copiados de las plumas blancas y las alas negras de la “cigüeña inmortal”. Por si fuese poco, en las ocasiones protocolares usan gorros de gasa negra a semejanza de la cresta de la cigüeña, para impresionar a los asistentes con su aire de nobleza y elegancia.

Los coreanos son hábiles en cantar y bailar, y hombres y mujeres, ancianos y niños, se ponen a bailar al son del tambor y del laúd jiayeqin en el Día de Año Nuevo lunar, en las fiestas y en las reuniones familiares.

 

 

Viviendo en los llanos abajo de las montañas Changbai, en el noroeste de China, los coreanos han cultivado arroz durante generaciones. Para la conveniencia de su trasplante y cuidado en grandes extensiones, trabajan en grupo a modo de ayuda mutua. Cada vez que van al campo, llevan consigo tambores planos y suonas (instrumentos de viento, parecidos a las trompetas), junto con las herramientas de faena. En el reposo bailan y cantan a los acordes de la música para reponerse de la fatiga. Con el correr del tiempo, estos cantos y danzas, improvisados para el entretenimiento, han formado parte de las actividades tradicionales.

La Danza alegre de los agricultores, nacida de las faenas del campo, es una actividad de tradición popular y contiene elementos de las ceremonias antiguas con sacrificios. Habitualmente asume dos formas: Danza mímica con argumento, y representación de masas con danzas tradicionales apasionantes al comienzo del Año Nuevo lunar o en celebración de la buena cosecha. Cuando es la ocasión, cada aldea envía un grupo de danza a los festejos locales. El grupo va precedido de una “bandera de orden” y una “bandera de agricultura”, en la cual está escrita la frase que dice “la agricultura es la base de todo”, y luego del director de la banda, quien toca un gong pequeño. Bajo la conducción de éste, marchan los músicos que portan flautas, trompetas y tambores y la guardia de honor compuesta de bailarines disfrazados de toda clase de personajes. Por último llegan los artistas listos para presentar la danza con tamborete, la danza con tambores planos, la danza con tamboril, la danza con abanicos, la danza de las cigüeñas, la danza con gorros de elefante, la danza con máscaras y el drama de mímica.

La Danza alegre de los agricultores consta de doce partes. Con el retoque de ritmos diferentes del gong pequeño, comienza por la danza con tamborete ejecutada por un varón joven. Esta danza es el inicio convencional de los festejos y es seguida de la acrobacia de los “arhats”, en la cual, al son de la melodía Yanfengtai, un grupo de niños giran rápido en filas y formaciones diferentes y terminan trepando unos sobre los otros.

Conforme progresa el programa, las danzas se vuelven más artísticas. En la danza con tambores planos pueden participar tanto hombres como mujeres. Estos tambores varían de tamaño según los sexos. Los varones bailan en grupo, corriendo y saltando en medio del redoble fervoroso de los tambores, para demostrar su virilidad pujante. Una de las hembras, con un tambor plano prendido a la cintura, baila un solo. Además de exhibir una alta y variada destreza de tocar el instrumento, debe demostrar también la viveza y la suavidad de la mujer coreana entre los sonidos rítmicos, lentos y rápidos del tambor. Por supuesto, estas dos danzas con tambores planos, de estilos distintos, siempre arrancan aplausos y ovaciones de los admiradores.

El público se ha familiarizado con la danza coreana con tamboril, pero no pocos se equivocan creyendo que es una danza femenina. En realidad, tanto el hombre como la mujer puede ser su intérprete.

El tamboril es uno de los instrumentos musicales coreanos más peculiares y de tonos más finos. Se compone de una caja larga y de cintura delgada, y en sus dos bases tiene membranas de tonos altos y bajos. Cuando se toca con el palillo, el “fuste” y los dedos, luce una gran riqueza de expresión acústica peculiar. El tamboril es muy querido de las bailarinas, además de ser un instrumento musical. Al compás de la música del laúd jiayeqin, ellas tocan las membranas izquierda y derecha usando el “fuste” (vara de bambú de 30 cm ) en la mano derecha junto con el punteo de los dedos de la mano izquierda, para producir sonidos claros, armoniosos y de intensidad diferente. A los acordes de la melodía, un grupo de bailarinas, en blusas blancas y cortas y faldas largas y de rojo leve y con tamboriles colgados del pecho, se mueven dando vueltas alrededor a pasos ligeros, cual si fluyera un arroyo. Sus cuerpos esbeltos, y sus hombros y brazos que bajan y suben, parecen cigüeñas blancas en vuelo, embelesando a los espectadores. Cumplida una serie de movimientos lentos, sacan sendos palillos de madera para tocar redobles rápidos y vivos, imprimiendo vigor, fuerza y vértigo a la danza. En eso las bailarinas, absortas en el clímax, empiezan a lucir lo mejor de su tamboreo, llevando la atmósfera al punto culminante.

Después de la danza con tamboriles viene la danza con abanicos grandes, originada de la danza del brujo en la antigüedad. En esta pieza la bailarina usa uno o dos abanicos para exhibir movimientos y posturas distintos. Acto seguido, es la danza de las cigüeñas. Las muchachas, con cabezas y alas de cigüeña postizas, danzan a pasos ligeros y largos para desear paz y felicidad a los espectadores .

Al final de la Danza alegre de los agricultores se ofrece la danza con gorros de elefante (Foto 3), que siempre ha sido llamativa y excitante. Los hombres jóvenes, trajeados de gala y usando gorros redondos con cintas de color arrolladas, se paran de pie, caminan, se paran de mano en el suelo y giran en torno de sí en el suelo y menean sus cabezas para tirar las cintas afuera en sentido horizontal, vertical y oblicuo. El más diestro, de pie en el centro, arroja de sí las cintas de 20 metros de largo cada una. Es una técnica sumamente difícil. Este espectáculo se asemeja a un río de arcos iris y una lluvia de colores, tan hermosos y deslumbrantes para los admiradores. Ahora en pleno auge regresan a escena los artistas portadores de tamboretes, tambores planos y tamboriles para bailar por entre las cintas al vuelo, como remete de la Danza alegre de los agricultores.

Una vez completada esta danza, todo el mundo se junta a bailar para divertirse y seguir disfrutando la fiesta

 

Los Tujia

La danza con tambor funerario, de la etnia tujia

 

 

Los tujias, de la rama tibetano-birmana de la familia de lenguas han (china) y tibetana, habitan en su mayoría en la prefectura autónoma de las etnias tujia y miao de Xiangxi, provincia de Hunan, y en los distritos de Changyang, Laifeng y Lichuan, oeste de la provincia de Hubei. El nombre de esta etnia apareció primero en los siglos X-XIII. Se llama bizika en su lengua y tujia en han (chino). Ambos significan “oriundo”.

Los orígenes de los tujias son muy complejos. Algunos dicen que sus antepasados eran los hombres bas de Sichuan después que las tropas del Estado de Qin conquistaran esta comarca en 316 antes de nuestra era. Otros dicen que procedieron de una tribu de los wumans de la provincia de Guizhou. Y otros adivinan que son de sangre cruzada entre los aborígenes del oeste de Hunan con los bas y los hans (grupo mayoritario de China). Pero visto por sus funerales, exhortación por la lluvia, adopción del tigre como tótem y hábito de cantar y bailar en torno de la hoguera, los tujias tienen más puntos comunes con la etnia qiang y con la etnia yi que comparte la sangre con los qiangs. De ahí se entiende que sus ancestros guardaban lazos íntimos con los qiangs antiguos. Al mismo tiempo, debido a la larga influencia de los hans en cuanto a la vida y costumbres se refiere, salvo los ancianos que viven en montañas apartadas saben hablar su lengua, casi todos tujias hablan y escriben ahora en han (chino). Con respecto al credo, ellos profesan el taoísmo o el budismo, con la fuerte conciencia de la “unidad entre el cielo y el hombre”. Consecuentemente, conservan el hábito de “acompañar al muerto y arreglar sus funerales con alegría” y dicen la muerte de los ancianos “caminó” o “se fue andando”.

En la comunidad tujia localizada junto al río Qingjiang en el norte de la provincia de Hunan, es popular la danza con tambor funerario, acompañada del canto y llamada también “saltar el sarhe”. Aquí en las aldeas de montaña, las familias acostumbran invitar a un maestro de ceremonias a tañer el tambor para el toque de difuntos cuando muere un anciano. Por la noche no cesan de retumbar gongs y tambores, sonar suonas (de madera, instrumentos de viento parecidos a la trompeta) y crepitar triquitraques. Cuando se toca el tambor, la gente de las aldeas vecinas se apresura a presentar pésames. Ellos dicen: “Cuando se toca a muerto, uno levanta los pies de prisa”; “todo el mundo toca el tambor y echa una mano cuando alguien estira la pata”; y “si uno no tiene ni tofu que regalar, baila una noche para decirle adiós al ánima”. Por cierto, estas frases reflejan perfectamente su modo especial de bailar y cantar con regocijo para despedir al difunto que va al otro mundo y de consolar a los deudos de éste. De esta tradición de las exequias, legada de las danzas antiguas de Sichuan y la melodía clásica Zhuzhi Ci con versos, hay descripciones precisas en el Tang Shu (Libro de Tang, dinastía de 618 a 907), en uno de cuyos pasajes se lee: “Cuando muere el padre o madre, se toca el tambor, se canta gritando y se baila a manera de luto”.

 

 

Los tujias atribuyen a Zhuang Zi (filósofo, 369-286 antes de nuestra era) el inicio del tocar a muerto. Así que como preludio a la ceremonia, el maestro golpea con fuerza la membrana del tambor y luego los costados de éste para acompañar al cantante y después invoca a descender a Zhuang Zi.

Por regla, el tañedor y el cantante hacen oficios delante del ataúd, y tras ello los bailarines se ponen a danzar en pareja o en varias parejas frente a éste. En el auge se unen a la danza hasta cientos de personas, además de una muchedumbre de espectadores. Los que bailan danzan por turno hasta la madrugada, hora de despedida al cantante, antes que comienzan los otros procedimientos del rito.

La danza con tambor funerario es ejecutada sólo por los hombres, pero las mironas pueden hacer comentarios, enviarles miradas de amor y dar aplausos como quieran. Los muchachos bailan con brazos desnudos y hacen como que beben licor, demostrando su belleza viril hasta la saciedad. Sus movimientos son arcaicos, simples, tensos o flojos. Son tan fuertes como el viento de la montaña y tan suaves como el agua del arroyo alternativamente, embelesando a los espectadores.

La danza comprende una docenas de episodios, tales como “esperar la llegada del cadáver”, “sacudir el ataúd”, “llorar por el muerto”, “vestir al difunto”, “saltar por el finado” y “retirarse de las exequias”. Los movimientos principales se llaman “el tigre abraza la cabeza”, “el rinoceronte mira a la luna”, “el fénix abre las alas”, “la golondrina coge lodo con el pico”, “el tigre baja de la montaña”, etc.

Por tradición los tujias toman al tigre blanco como tótem y lo idolatran como ancestro. Así, los intérpretes de la danza con tambor funerario imitan a este félido para guiar al ánima al camposanto del clan, con movimientos de frotarse la cara con la pata, menear la cola, caminar y abalanzarse sobre una presa. En particular, en el pasaje “el tigre baja de la montaña”, ellos saltan, atenazan con las manos, encogen las piernas, se encorvan, se miran de hito en hito, propinan codazos, giran a brincos, lanzan el brazo derecho y braman a todo pulmón, dando la impresión de que “el tigre hace caza” de veras.

En esta danza las partes “cuatro pasos grandes”, “cuatro puertas grandes”, “cuatro puertas pequeñas”, “sacudir el ataúd” y “saltar por el finado” adoptan el ritmo de 6/8 de tiempo con síncopa. Significa que cada paso toma tres tiempos, de suerte que la planta del pie agarra fuerte el suelo. En el primer tiempo el bailarín adelanta el pie y en el segundo y el tercero contornea el cuerpo, adelantando ambos pies por turno, cual si el tigre campeara por la montaña a pasos firmes. Debido a ello, la gente nombra la danza con tambor funerario también como “danza de los tigres blancos”.

 

 

En general, de esta danza hay dos tipos. La del primer tipo se baila con arte marcial y conlleva una docena de movimientos difíciles y vigorosos, incluyendo “el tigre abraza la cabeza”, “el hombre pega” y “el buey friega la piel”, adecuados sólo a los jóvenes fuertes. Se presenta para dar el parabién en recuerdo del anciano que “se fue andando” y que tiene muchos hijos y nietos. La danza del otro tipo se caracteriza por el “llanto de duelo”. El movimiento principal es el de “cuatro pasos grandes”, de ritmo lento y de canto tan lúgubre, que entristece a todos. Habitualmente se baila cuando muere un joven.

Hoy día, también se improvisan danzas funerarias en el lugar mismo. Se cantan aires populares, se narran chistes y se hacen muecas hiperbólicas, todos de humor que divierten mucho a los concurrentes. Sobre todo, mediada la noche cuando la gente ya tiene sueño, las bromas eróticas y los aires de amor vivo vuelven el funeral un festejo.

Las canciones en la danza con tambor funerario son ricas en contenido, describiendo cómo sus antepasados expandieron su territorio, repasando la historia de su etnia, reviviendo el culto a su tótem, alabando el cultivo, la caza, la pesca y el amor, o contando las experiencias del muerto mientras vivía. Por lo tanto, estas canciones desempeñan el papel de vehículo de la cultura de los tujias.

La música arcaica, el tambor funerario y las danzas en las entrañas de las montañas, que son el alma misma de los tujias, han forjado una etnia optimista que “prefiere danzar tres años a morir de hambre”

 

Los Han

Danzas populares de la etnia han, ricas y atractivas

 

 

Los hans, dueños de una larga historia y brillante cultura tradicional, son el grupo étnico mayoritario de China. Esta etnia habla han, de la familia de lenguas han-tibetanas, y constituye el 93,3% de la población del país. Habita en su gran mayoría en el norte, el este, el centro, el sur y sudeste de China.

Desde la antigüedad, sus danzas y cantos son abundantes y atractivos y nunca han dejado de desarrollarse. Hoy día, debido al alto ritmo de trabajo, el espacio de habitar estrecho, las relaciones interpersonales un tanto distanciadas y el acceso de la cultura extranjera y de la diversión de alta tecnología, muchos hans que viven en las ciudades han ido olvidando sus danzas, e incluso hay quienes no las conocen ni saben bailar. De ahí surge el malentendido de que la etnia han no tiene danzas propias. En realidad, sus danzas son muy ricas en contenido y poseen una gran variedad. Aun un mismo género puede ser distinto en estilo, forma y atuendo de región a región.

La Fiesta de la Primavera , que comienza por el Día de Año Nuevo lunar, es la más solemne y calurosa de la etnia han por tradición. Al llegar la nueva primavera y cuando todas las cosas ganan vida nueva, la gente se entrega por completo a las celebraciones, deseando cosechas abundantes y la prosperidad para ellos mismos y el ganado, y también es la única ocasión en el año en la que se divierten y se relajan por completo en lo físico y lo mental.

En las zonas hans, la Fiesta de la Primavera prácticamente dura desde finales del duodécimo mes lunar hasta el último día del primero. Como preparación, todo el mundo se atarea cosiendo ropa nueva, aseando la casa, arreglando ofrendas para las ceremonias y cocinando manjares, con la esperanza de que se cumplan sus deseos en el nuevo año. El primer mes lunar es una temporada muerta antes de la siembra. Las celebraciones empiezan el 3 del primer mes lunar en el sur y el 5 en el norte, por lo general alcanzan apogeo y terminan el día 15, que es la Fiesta de la Linterna. Pero en algunas zonas las familias se reúnen de nuevo en el hogar el 28.

Entre los festejos se practican las danzas y cantos legados de las dinastías Song (960-1279) y Qing (1644-1911). Desde la antigüedad la nación china toma al dragón por tótem. Con el tiempo este animal mitológico ha sido endiosado. Se cree que es capaz de volar por las nubes, revolver el río y el mar y decidir sobre la sequía o inundación, debido a lo cual es muy respetado por los hans, agricultores por tradición, y disfruta de las ceremonias con ofrendas. Durante la Fiesta de la Primavera , de norte a sur hay toda clase de imágenes del dragón en medio de la ensordecedora explosión de cohetes y de su humo que tapa el cielo. De todas las imágenes, la más conocida es la del “dragón de tela” o “dragón de color” colosal, de diez metros de largo y hecho con cintas de seda de color.

En la Danza del dragón, los hombres que sostienen el cuerpo del dragón con palos corren y se contornean para exhibir cómo el dragón se revuelca por el suelo, sacude la cola y se arrolla en una columna de jade. En la provincia de Zhejiang es popular el Dragón de cien hojas, danza en que un grupo de muchachas forman las escamas del dragón con las nubes y flores de loto de papel o seda en las manos y, bajo la guía de un hombre, se mueven con gracia cual si el dragón volara a través de las nubes. En las aldeas del sur de China, los campesinos atan paja de arroz para darle forma de dragón, le clavan encima varillas de incienso encendidas y bailan el Dragón de paja en la noche vieja. Así, en la oscuridad los espectadores admiran a un dragón de fuego volando con chispas. Los hans también bailan la danza Dragón de la tierra, transmitida de la dinastía Qing (1644-1911). Este dragón tiene patas y camina por el suelo y, con la cabeza alzada, vomita agua para anunciar buena lluvia en el nuevo año. Otra danza es el Dragón del banco, popular en las zonas al sur del río Amarillo. Es un dragón pequeño de fina confección y atado a un banco largo. Sus tres bailarines, sujetando cada uno una pata del banco, trotan y saltan dando vueltas al tañido retumbante de los gongs y tambores.

Asimismo, se bailan el Dragón de trozos y el Dragón de cinco segmentos, con el cuerpo de este animal separado en trozos o segmentos. En las ciudades de Suzhou y Hangzhou y en el norte de la provincia de Sichuan se bailan el Dragón verde y el Dragón de papel, ambos de tamaño menudo. Y en las aldeas de la costa de Zhejiang, los pescadores bailan el Dragón con alhajas y el Dragón de dieciocho segmentos, de formas semejantes a naves más que al animal propio. En pocas palabras, las danzas del dragón son muy variadas y populares en las zonas de la etnia han, cuyos hombres, descendientes del dragón, las bailan sobre todo en la Fiesta de la Primavera , para dar plena expresión a la larga historia y vasta cultura de su etnia.

 

La Danza del león de los hans es adaptada de la que arribó de Asia Central hace dos mil años. Con la propagación de la cultura budista, esta danza de la Fiesta de la Primavera , practicada con el estallido de petardos, se convirtió en parte indispensable de las ceremonias para conjurar el mal y desear bienestar y fortuna. De esta danza hay dos tipos: el león simpático del norte y el león vigoroso del sur. En la danza del primer tipo, el felino es amable y gracioso, juega con una bola grande, pisa un balancín de sube y baja y es tan amigo con la gente como el gato de casa. En la danza del segundo tipo, el león es portentoso, amenazador y rápido y baila con una serie de movimientos acrobáticos difíciles.

En el distrito de Chenggu, provincia de Shaanxi, se practica de maravilla la danza cómica El monje reidor y el león, interpretada entre este monje y el león mandado al mundo a purgar su pecado por el Emperador Jade del cielo. Antaño constaba de 108 partes, pero hoy ha sido reducida y se da en la Fiesta de la Primavera. El protagonista es un león humanizado. La parte más divertida es “la perezosa recoge la cosecha en la era”. El argumento es así: La mujer, desempeñada por el monje, de cabeza grande, se levanta en la mañana y demora lavándose y peinándose, sin ganas de ir a la era. El león, acuciado por el deseo de purgar su pecado, la insta a ir con insistencia. Por fin la mujer pasa a la era cargando dos canasta con una pértiga al hombro. Con ayuda del león trilla la mitad del trigo, pero en eso la entra sueño. Aunque está tronando, se echa a dormir roncando en la esterilla. Viendo que va a llover, el león la apresura a pararse, mas sin efecto. Desesperado, le muerde los tobillos, la tira de la esterilla y la pone en pie. Al final, entre ambos guardan bien los haces antes de la lluvia. Así, la mímica hace un contraste perfecto y sutil entre la diligencia del león y la pereza de la mujer. Cuando termina la danza, el monje reidor despliega papeles con frases auspiciosas para felicitar a la gente por la nueva primavera, llenándola de alegría y esperanza.

El yangge es una danza supergrande para resaltar el ambiente de las celebraciones masivas en la Fiesta de la Primavera. Tiene docenas de formas de representación y se practica precedido de un desfile pomposo. Los artistas pasan actuando por las calles y los callejones, dirigiéndose a una plaza espaciosa para presentarse de manera formal. Anteriormente, la gente en el norte de China llamaba a estos espectáculos “fuego de la comunidad” o “yangge” y a sus artistas “procesión del yangge”.

A la cabeza del desfile va el maestro de ceremonias que alza en alto un paraguas enorme, símbolo de la buena lluvia y viento en el nuevo año. Por su detrás vienen el grupo de la Danza del dragón y el de la Danza del león, seguidos de otros más en este orden: el del “gran espectáculo”, cuyos artistas, con cintas de color prendidas a la cintura y cogidas en las manos, andan por la plaza formando dibujos de “dos calabazas”, “cuatro puertas y una tolva colgada” y “flores en espiral”; el de la danza Campo pequeño para demostrar el amor sincero entre los jóvenes; el de muchachos que tocan con fuerza los tambores rojos amarrados a la cintura y hacen poses de “combatir con el tigre”, “volver la cabeza para mirar a la luna” y “dar tres mazazos fuertes”; y el del “caballo”, el “barco en tierra” y el “asno trotando”. En este último grupo las tres cosas son fantasías, hechas con palos de bambú o madera.

Sobre el asno, la recién casada, asistido del esposo, va a visitar a los padres.

Después llegan otros grupos: el de zancos, cuyos artistas tienen la cara maquillada y visten ropa de ópera; el del cuento popular “la pelea entre la garza y el mejillón”, en el cual un artista que hace del ave pica las valvas del molusco interpretado por otro artista; y el del “brasero” sin fuego, adornado con flores y telas de seda y colgado del hombro de un varón. En este grupo los artistas representan las piezas de ópera populares Se inunda la colina Jinshan y Reencuentro de los cónyuges en el puente Caoqiao. Los últimos grupos en venir son el de niños de las aldeas, parados sobre las pértigas cargadas por adultos y azotando los tamboriles sujetos al pecho; el de la Danza con tazones de forma de flor de loto, originada del taoísmo, cuyos artistas los tienen con velas encendidas y puestos en la cabeza, los hombros y las manos para actuar como acróbatas; y el de Portadores de pabellones amarrados a los palos altos con esfinges de personajes de vivos gestos. Ahora todos los grupos entran en la plaza grande para presentarse uno por uno de manera formal.

Las celebraciones apasionantes como éstas en las aldeas y los poblados en el transcurso de la Fiesta de Primavera duran hasta la Fiesta de la Linterna , el 15 del primer mes lunar, cuando un millar de linternas sofisticadas y encendidas en la noche en las calles y los callejones hacen del mundo humano un paraíso de hadas.

Las danzas y cantos de la etnia han practicados en las fiestas son tantos y tan ricos que resulta imposible citarlos uno por uno y pormenorizar la descripción. Por tal razón, se equivocaría pensando que esta etnia, de población numerosa, carece de danzas y cantos propios.

 

Los Dong

La danza con siringas de la etnia dong en Guangxi

Esta etnia, que habita principalmente en las provincias de Guizhou y Hunan y la región autónoma de Guangxi, habla dong, de la familia de las lenguas han y tibetana. Sus antepasados eran xi'ous, descendientes de los luoyues, una de las ramas de los baiyues. Del siglo VI al siglo XIII se llamaba también “dong”, pero con otras connotaciones, y sólo después adquirió el nombre homónimo actual.

 

 

Los dongs del distrito de Sanjiang de la prefectura de Liuzhou, Guangxi, acostumbran celebrar actividades de recreo grandes y variadas cada 3 del tercer mes del calendario lunar.

Desde la antigüedad, los dongs, viejos y niños, son hábiles en cantar y bailar y tienen el hábito de cantar en preguntas y respuestas y danzar para buscar novios. Entonan “cantos” de monofonía y “cantatas” de polifonía, así como “cantos del cierre del camino” para recibir a los invitados, “cantos de bodas” para el casamiento y “cantos con pipas (laúdes locales)”, éstos últimos sólo de los jóvenes. Y para nuestra sorpresa hasta riñen cantando también. Cuando los dongs cantan y bailan, la música de la siringa es imprescindible, de ahí que el canto, la danza y este instrumento formen parte indefectible de su vida cotidiana. Entre las danzas con siringas, de formas y contenidos variados, hay danzas para el conocimiento entre muchachos y muchachas y danzas difíciles y competitivas para los tocadores de siringa.

 

 

Anteriormente, la danza con siringas, el canto en dúo y la congregación de la aldea se efectuaban necesariamente delante de un lugar fijo, o sea, la torre del tambor. Todas las aldeas dongs en Guangxi y Guizhou tienen torres del tambor, altas, clásicas, de estructura de madera y con aspectos diferentes. Se parecen a pagodas búdicas, anchas en la base y reducidas en la parte superior. Constando de tres a 15 pisos, lucen aleros de cuatro, seis u ocho lados y se alzan en lo más alto del terreno de las aldeas. La torre del tambor de la aldea Mapang en el distrito de Sanjiang, fue levantada en los años 1920. Aunque es de un solo piso, goza de fama cerca y lejos por su aspecto cuadrado a guisa de salón monásticos y por sus aleros de nueve niveles. Este salón, que tiene cuatro columnas de dos brazadas de redondo y murales tradicionales en los tabiques de madera, constituye el orgullo de la arquitectura clásica de los dongs. La torre del tambor es el sitio de actividad pública y el centro de reuniones de la aldea. Cuando surge emergencia, el jefe, hombre respetado, toca el tambor colgado de la viga de la torre para llamar a los paisanos. Se lo toca también cuando viene un huésped distinguido, a fin de que la gente se reúna en su honor. El salón, cuyo suelo está cubierto de lajas, dispone de una lumbre en el centro, con bancos alrededor. Es aquí donde los aldeanos platican, hacen faenas, cantan, bailan, tocan siringas y actúan en espectáculos. Espectáculos

La danza con siringas, popular de tradición, es apasionante y alegre. Se originó de las ceremonias realizadas antes de la siembra y después de la cosecha en homenaje a los dioses y los ancestros. A través de la evolución, hoy es una danza de la gente joven para divertirse y buscar novios. Llamada caitang o cailusheng, se practica en las fiestas o en la época ociosa de las tareas del campo.

Cuando es una fiesta, los célibes de ambos sexos nunca dejan pasar el caitang, porque anhelan encontrar su amor en él. Las chicas visten la ropa azul de etiqueta brillante y llevan puestas alhajas de plata en la cabeza, las orejas, el cuello y los brazos para atraer sin voz a los pretendientes y demostrar la riqueza de sus padres. En el pasado, cuando una familia tenía dos hijas púberas pero sin muchas joyas, entonces sólo la mayor podía participar en el caitang, lo cual era humillante y ocurría con frecuencia.

El caitang toma la aldea por unidad, y la gente en cada corro se llama yitang (un círculo). A este carnaval acuden muchas aldeas para presentar danzas con siringas propias. Antes de empezar, en el centro de cada corro se clava una estaca alta y de su tope se cuelga la bandera de la aldea. Luego, en torno de la estaca una banda de cuatro a seis siringas, de varios tubos cada cual, comienza a poner música de bajo. Acto seguido, los jóvenes portadores de siringas menores forman un círculo interior y las chicas arregladas de gala y ataviadas con alhajas de plata un círculo exterior, ambos grupos listos a bailar en el sentido inverso a las manillas del reloj. Los movimientos y el ritmo de la danza cambian conforme a la melodía que toca el cabeza de las siringas. Las chicas giran sin cambiar de lugar y mueven los brazos arriba y abajo y adelante y atrás; los muchachos hacen sonar sus instrumentos, dan pasos en cuclillas, brincan y tiran las piernas. La danza es lírica y fina, mas también viva y elegante. La escena resulta aún más animada cuando los grupos de caitang bailan al mismo tiempo y suena aquí y allá la música. Lo más divertido es que al final del caitang, a veces se juega a tirar con fuerza de una cuerda gruesa con un tambor de madera largo amarrado al punto central de ésta. Los danzantes, que han dejado de bailar y están divididos en dos bandos, halan en uno y el otro extremo hasta a más no poder para ver quiénes salen ganando. Y no se da por terminada la danza antes de que venza uno de los bandos.

 

 

Lo que es más, si un joven quiere ganarse admiración, debe tocar muy bien la siringa y bailar a la perfección, además de ser un buen trabajador. Es por ello que ningún muchacho perdona oportunidad alguna que le permita exhibir su aptitud de bailarín. Así, en la danza colectiva con siringas a menudo se ve bailar compitiendo a un solo individuo, grupos de dos o grupos de cuatro, quienes tratan de demostrar su técnica y nivel de música y danza para elevar su status y ganar la aprobación de las chicas.

Aparte de los festejos tradicionales, cuando es el Año Nuevo después de las cosechas, los tocadores de siringa sobresalientes se forman en bandas, y trajeados de gala y conducidos por sus cabezas se dirigen a presentar a otras aldeas. Los dongs son tan hospitalarios que cuando llega una banda, la agasajan con comidas abundantes. Y si en la representación el cabeza de la banda es guapo y gana la admiración de la “bella de la aldea”, los dos se enamoran en seguida y la aldea tendrá el placer de retener a la banda por un par de días.

 

Los Wa

Danza con tambores de madera de la etnia va en homenaje a los dioses

Los vas, pertenecientes a la familia de lenguas bengalo-kmeres, habitan en su mayoría en Xinmeng, Cangyuan y Mengli de la sudoccidental provincia de Yunnan, y constituyen una etnia poco numerosa de China.

Sus antepasados eran una rama de los pus del sur del país. Los vas guardan lazos de sangre estrechos con las etnias blang y de'ang desde la antigüedad. Anteriormente tenían nombres diferentes: se llamaban vas en Zhenkang y Yongde; baraos o buraos en Gengma, Shuangjiang y Cangyuan; y avas o levas en Ximeng y Menglian. Después de la fundación de la Nueva China en 1949, se los denominó “etnia va”. Debido a su larga convivencia con la etnia dai, los vas de la prefectura de Ximeng han sido influenciados por este grupo en lo que atañe al canto, la danza, los instrumentos musicales y la arquitectura.

Los vas idolatran a una diversidad de dioses, de los cuales los más importantes son Muyiji y Ayi'e. El primero, creador de todas las cosas, dispone el destino de éstas. Para vivir en paz y tener cosecha abundante, los vas depositan ofrendas ante el dios Muyiji en la gran mayoría de las ceremonias y lo entretienen con canto y danza para pedirle amparo. El otro dios, Ayi'e, es el primer ancestro de los hombres y el dios del hogar, respetado por todos.

Las fiestas de los vas están ligadas con las ceremonias de homenaje. Toda vez que es el Año Nuevo o ceremonia, la gente se viste de gala, sacrifica cerdos y bueyes, prepara licor y cuece arroz glutinoso a vapor en señal de celebración. La actividad más animada transcurre en el duodécimo mes lunar (mes gerui según el calendario va), cuando se efectúa la ceremonia pomposa llamada “tirar del tronco de árbol”. En este acto los vas practican de comienzo a cabo la Danza con tambores de madera bajo la conducción del “moba”, sacerdote en su lengua. Interesa saber que en la ocasión el dios Muyiji desciende al mundo para aceptar el culto y la veneración de los seres humanos.

El tambor de madera es un objeto sagrado transmitido de generación y en generación y considerado origen de la etnia. Según una leyenda de los vas, un diluvio de principios de la génesis por poco se llevó las vidas en la tierra y el dios Muyiji salvó a los vas ubicándolos en un arca, de modo que ellos han podido proliferar hasta ahora. Desde entonces, los vas adoran el arca como madre de su etnia y le tributan los máximos respetos.

 

 

Para poder procrearse y aumentar en número, los vas aplican al arca la forma de vulva y ponen dentro el tambor de madera, que es el alma del dios Muyiji. Creen que este tambor es el arca que rescató a sus antepasados, la encarnación de la madre y el lugar donde vive el alma de Muyiji. De ahí la conversión del tambor de madera en un objeto sagrado de comunicación con el cielo y a favor de la prosperidad de todas las cosas. Debido a ello, la Danza con tambores de madera compone parte indispensable de las ceremonias. Para permitirle tonos melifluos al tambor, se esculpe en él un orificio plano y largo y, en ambos lados de la parte maciza triangular, sendas cavidades donde instalar lenguas y dientes de resonancia. Luego, en una habitación especial se colocan un tambor de madera grande y otro pequeño, los cuales se emplean para acompañar la danza en la ceremonia con sacrificios y cuyos sonidos, de tonos distintos, son ora profundos ora claros como si fuera un diálogo íntimo entre madre e hijo.

La Danza con tambores de madera consta de cuatro partes. En la primera el sacerdote canta cabalgando sobre un grueso tronco de árbol atado con cuerdas de mimbre y un grupo de hombres robustos lo jalan adelante gritando hasta la aldea. Esta parte clásica y vigorosa, llamada “tirar del tronco de árbol”, se ejecuta con pasos naturales y saturados del culto primitivo.

La segunda parte es “entrar en la habitación de tambores de madera”. Los bailarines imitan con detalle la confección de estos instrumentos. Al nacer los “tambores”, el sacerdote, sujetando una rama de árbol en la mano y avanzando en cuclillas abiertas, los conduce a pasar a la habitación con solemnidad.

En la tercera parte, “tocar los tambores”, que es la más apasionante y maravillosa, la danza alcanza el clímax. Con alta habilidad de tocar y bailar, los hombres reviven el acto con sacrificios, la ronda y la alarma con una serie de movimientos complicados. Para empezar, uno o dos hombres golpean los tambores y su ritmo y tono cambian conforme cambia el contenido de la danza. Cuando ésta llega al apogeo, se presentan otros tres o cuatro varones fornidos con palitos pintados en la mano, quienes mientras tocan los tambores saltan y giran en su rededor, llevando la atmósfera al como de la alegría. En un ambiente así, la gente divierte a su dios y se desea buena cosecha y buena cría de animales en el próximo año, satisfaciéndose al máximo en lo espiritual.

“Venerar el tambor de madera” es la última parte de la danza, de estilo convencional, en la cual el lenguaje coreográfico es sencillo, pulcro y de índole ritual primitiva para idolatrar al gran dios Muyiji.

A través del tiempo, los vas han cambiado de concepto a vuelos, puesto que la ciencia y cultura modernas han sustituido la superstición feudal. Con todo, no ha hecho mutis la Danza con tambores de madera, de tradición para las ceremonias de homenaje. Reteniendo la forma original y renovada de faz, se ha convertido en un programa de diversión aceptado por todos y de su preferencia.

Cuando es una fiesta o Año Nuevo, los vas, hombres y mujeres, viejos y niños, visten lo mejor de su atuendo y se cogen de la mano para bailan en torno de la habitación de tambores la Danza con tambores de madera al tañido de estos instrumentos. Se flexionan las rodillas y se encorvan en muestra de respeto a los tambores. Avanzan en corro en el sentido inverso a las agujas del reloj, tiran las manos y golpean el suelo con los pies. En el primer paso adelantan el pie derecho hacia la derecha, alzan las manos a un lado y echan el cuerpo atrás. En el segundo paso adelantan el pie izquierdo, tiran las manos abajo atrás e inclinan el cuerpo adelante. Así, repiten estos movimientos de modo rítmico y estable. Los tocadores de los tambores encabezan el coro y los otros bailan y cantan siguiendo su ritmo. Por contenido el coro cubre la historia de la etnia, la ceremonia ritual, el trabajo y la vida. El redoble de los tambores, el canto y las ovaciones, todos fervorosos, ponen de manifiesto su profundo afecto a la tierra y su espíritu por la supervivencia y autosuperación.

Hoy día, las mujeres han añadido la acción de “arrojar los cabellos” a la Danza con tambores de madera, de suerte que esta danza se ha enriquecido aún más en forma y lenguaje, deviniendo la más típica de las danzas de los vas.

Tian Tan Internacional Association Shaolin Tzu Scientific Schoool

Sifu: SiGung gebol. 27/02/05

Redacción.

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